Ilustraciones de cuentos con valores

realizadas por alumnos

I.E.S "Cañada Real", Valmojado (Toledo, España)

 

1.- “El despertar”, realizado por Jessenia Perdomo Quiñónez.

Hoy comienzo una nueva vida.

Saludaré este día con amor en mi corazón.

Persistiré hasta alcanzar el éxito.

Soy el milagro más grande de la naturaleza.

Viviré este día como si fuera el último de mi vida.

Hoy seré dueño de mis emociones.

Me reiré del mundo.

Actuaré ahora mismo.

 

2.- “El tesoro”, realizado por Asmaá El Maarouf.

Amigo es...

El que siendo fiel y sincero te comprende.

El que te acepta como eres y tiene fe en ti.

El que sin envidia reconoce tus valores y te estimula.

El que con sabios consejos te ayuda a pulir tu persona.

El que se goza con las alegrías que llegan a tu corazón.

El que trata de conocer tu dificultad para ayudarte.

El que sin herirte te aclara lo que entendiste mal

o te saca de tu error.

El que te da su mano y te ayuda a levantarte cuando caes.

El que se fue, pero desde lejos

nos hace sentir su presencia.

El que te perdona, olvidando tu ofensa.

El que te ve como un ser con alegrías,

esperanzas, debilidades y luchas.

...Si lo encuentras, ¡consérvalo como un gran tesoro!

 

3.- “El jardinero”, realizado por María del Carmen Peña Muñoz.

 

     El maestro Dogen contaba la siguiente anécdota de su vida:

      «Cuando estuve en el monte Tendo, un monje que se llamaba Lu tenía a su cargo la responsabilidad de Tenzo. Un día, después de la comida, cuando me dirigía de un edificio a otro por un corredor, divisé a Lu secando setas a pleno sol. No llevaba sombrero y el sol pegaba tan fuerte que las losas del patio ardían. Lu trabajaba duramente, empapado en sudor. Pensé que ese trabajo era demasiado duro para él, un anciano con la espalda encorvada y las cejas completamente blancas.

      Me acerqué y le pregunté su edad. Me dijo que tenía sesenta y ocho años. Luego le pregunté que por qué no se hacía ayudar de algún asistente.

    "Los otros no son yo", respondió.

      "Es verdad", le dije. "Me doy cuenta de que su trabajo es la acción del destino. Pero, ¿por qué trabajar tan duramente bajo este sol abrasador?"

      Lu me respondió:

      "Si no lo hago ahora, ¿cuándo podré hacerlo?"

 

4.- “Las dos ranas”, realizado por María Muñoz Huertas.

 

        

 

        Dos ranas encontraron un cubo lleno de leche y, guiadas por la curiosidad, se acercaron tanto al borde que acabaron cayendo dentro. Desesperadas, intentaron salir para no morir ahogadas, pero siempre terminaban resbalándose. Una de ellas dijo entonces a la otra, después de varios intentos fallidos:

—¡Vamos, nada deprisa, y no dejes de mover las patas, o te hundirás!

Durante un tiempo nadaron con fuerza, hasta que la otra rana, cansada del esfuerzo, empezó a dar muestras de debilidad, quejándose y lamentándose. Su compañera, sin embargo, seguía animándola para que no dejara de nadar. Al cabo de un tiempo más, la rana con menos voluntad volvió a quejarse:

—No puedo más. Estoy muy cansada. No resisto tanto esfuerzo. Creo que me voy a hundir.

A pesar de las palabras de ánimo de su compañera, la rana más débil dejó de mover sus patas, y se hundió, ahogándose. La otra, al ver que se había quedado sola, continuó en su esfuerzo, a pesar del cansancio que sentía.

Transcurrió así algún tiempo más, y la rana estaba a punto de desfallecer cuando se dio cuenta de que la leche empezaba a espesarse:  batida por el movimiento de sus patas, se había convertido en nata. Al darse cuenta de esto, la rana pudo, al fin, terminar su esfuerzo denodado, sin peligro de morir ahogada.

Y algo más: atraídas por la nata, acudieron muchas moscas, con las cuales la rana se dio un auténtico festín.

 

5.- “El camino del zen”, realizado por Alí.

 

 

Un samurai tenía problemas a causa de un ratón que había decidido compartir su habitación. Alguien le dijo:

"Necesitas un gato".

Buscó uno en el vecindario, y lo encontró. Era un gato impresionante, hermoso y fuerte. Pero el ratón era más listo que el gato y se burlaba de su fuerza.

El samurai adoptó un segundo gato, muy astuto. Desconfiado, el ratón sólo aparecía cuando aquél se dormía. Entonces le trajeron al samurai el gato de un templo zen. Tenía aspecto distraído, era mediocre y parecía siempre soñoliento.

El samurai pensó:

"No será éste el que me librará del ratón".

        Sin embargo, el gato, siempre soñoliento e indiferente, pronto dejó de inspirar precauciones al ratón, que pasaba junto a él sin apenas hacerle caso. Hasta que un día, súbitamente, lo atrapó de un zarpazo.

 

6.- “La envidia”, realizado por Ángela.

 

Un burro fue a parar a las caballerizas del rey de cierto país. Su vida era un constante trabajo, un continuo ir de aquí para allá, siempre cargado, siempre maltratado. En su agotamiento, el burro envidiaba la suerte de los caballos, su belleza, su elegancia, el trato exquisito que se les daba, su buena comi­da..., y así, se sentía desdichado con su suerte.

Un día, se desató una guerra con un país vecino, y todos los caballos fueron preparados para la contienda. Al partir, con sus arreos de guerra, con los soberbios jinetes, estaban más hermosos que nunca. Pero, transcurridos unos días, comenzaron a regresar de la batalla: muchos de los caballos habían muerto, otros llegaban heridos, sucios, cansados y deshechos. Desde entonces, el burro dejó de envidiar la suerte de los caballos.

7.- “El camino real", realizado por Patricia García Guerra.

A pie, alegre, salgo al camino real.

Soy sano, soy libre, el mundo se extiende ante mí, el largo camino pardo me conducirá adonde yo quiera.

Ya no llamo a la fortuna: yo soy la fortuna.

No lloriqueo, no difiero mis actos, no necesito nada:

la tierra, ella me basta.

Creo que podría detenerme aquí y obrar milagros,

creo que amaré a todos los seres y a todas las cosas

que encuentre en mi camino,

y que me amarán todos los que me contemplen;

creo que serán felices todos aquellos a quienes vea.

 

Desde este momento me declaro libre de todo límite,

voy a donde me plazca, soy mi señor total y absoluto: 

escucho a los demás, considero lo que ellos me dicen,

me detengo, investigo, acepto, contemplo...

Dulcemente, pero con innegable voluntad,

me libero de las trabas que quieren retenerme.

 

Soy más vasto y mejor de lo que imaginaba,

no sabía que se contuviese en mí tanta bondad, 

todo me parece hermoso.

 

Quienquiera que seas, ¡ven, viaja conmigo!

No te desanimes, persevera, hay cosas divinas encubiertas, 

te juro que hay cosas divinas encubiertas

cuya hermosura las palabras no pueden explicar.

 

No debemos detenernos aquí,

por muy fragantes que sean estas provisiones;

por muy cómoda que sea esta morada,

no podemos detenernos aquí;

por muy protegido que sea este puerto,

por muy sosegadas que sean estas aguas,

no podemos anclar aquí;

por muy amable que sea

la hospitalidad que nos rodea,

no estamos autorizados a aceptarla

sino durante un breve espacio.

 

¡Allons! A aquello que no tiene fin,

como no tuvo princi­pio,

mirar el camino hacia arriba y hacia abajo,

y ver que se extiende y nos espera y que, por largo que sea,

se extiende y nos espera.

Conocer el universo entero como si fuese un camino,

como si fuera muchos caminos,

como si fuese caminos para las almas viajeras.

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