Mañana
puede ser tarde
¿Ayer?: ¡eso fue hace tiempo!
¿Mañana?:
no nos es permitido saber...
Mañana
puede ser muy tarde
para
decir que amas,
para
decir que perdonas,
para
decir que disculpas,
para
decir que quieres intentarlo nuevamente...
Mañana puede ser muy tarde para pedir perdón,
para decir: «¡Discúlpame,
el error fue mío...!»
Tu amor, mañana, puede ser inútil;
tu perdón, mañana, puede no ser preciso;
tu
regreso, mañana, puede que no sea esperado;
tu
carta, mañana, puede no ser leída;
tu
cariño, mañana, puede no ser necesario;
tu
abrazo, mañana, puede no encontrar otros brazos...
¡Porque mañana puede ser muy, muy tarde!
No
dejes para mañana para decir: «¡Te
amo!»,
«¡Te
extraño!»,
«¡Perdóname!»,
«¡Discúlpame!»,
«¡Esta
flor es para ti!...»
No
dejes para mañana tu sonrisa, tu abrazo, tu cariño, tu trabajo, tu
sueño, tu ayuda...
No
dejes para mañana para preguntar: «¿Puedo
ayudarte?»,
«¿Por
qué estás triste?»,
«¿Qué
te pasa?», «¡Oye!...ven
aquí, vamos a hablar»,
«¿Dónde
está tu sonrisa?»,
«¿Por
qué no empezamos nuevamente?»,
«Estoy
contigo»,
«¿Sabes
que puedes contar conmigo?»,
«¿Dónde
están tus sueños?»
Recuerda:
¡Mañana puede ser tarde... muy tarde! ¡Busca!, ¡pide!, ¡insiste!,
¡inténtalo una vez más! ¡Solamente el “hoy” es definitivo!
¡Mañana
puede ser tarde!... ¡Muy tarde!
Las
semillas del día
Hoy
me olvidaré del día de ayer, con todas sus pruebas y
tribulaciones, con todos sus agravios y sus frustraciones. El pasado
ya es un sueño del cual no puedo recuperar ni una sola palabra, ni
borrar ningún acto imprudente.
Sin
embargo, tomaré la decisión de que si el día de ayer lastimé a
alguien a través de mi imprudencia o mi irreflexión, no dejaré
que el día de hoy el sol se ponga sin rectificar, y nada de lo que
haga en este día tendrá mayor importancia.
No
me preocuparé por el futuro. Mi éxito y mi felicidad no dependen
de que me esfuerce en adivinar lo que acecha débilmente en el
horizonte, sino en hacer, el día de hoy, lo que claramente tengo al
alcance de la mano.
Atesoraré
este día, puesto que es todo lo que tengo. Sé bien que sus horas
que se deslizan apresuradamente no pueden acumularse ni almacenarse,
como un valioso grano, para su uso futuro.
Viviré
como lo hacen todos los buenos actores cuando están en escena: sólo
el momento. No puedo desempeñarme al máximo este día lamentando
los errores de mis actos previos, ni preocupándome por la próxima
escena.
Trabajaré
duro este día: cuanto mejor haga mi trabajo, menos tiempo tendré
para preocuparme por tonterías, más apetitosos serán mis
alimentos, más dulce mi sueño y más satisfecho me sentiré con mi
lugar en el mundo.
El
día de hoy me libertaré de la esclavitud del reloj y del
calendario. Aun cuando planearé este día con objeto de cuidar de
mis pasos y de mis energías, empezaré a medir mi vida en hechos,
no en años; en pensamientos, no en estaciones; en sentimientos, no
en los números sobre un cuadrante.
Estaré
consciente de lo poco que se necesita para hacer de este un día
feliz. Jamás buscaré la felicidad, porque la felicidad no es una
meta, es sólo un producto secundario, y no hay felicidad en tener o
recibir, solo en dar.
No
huiré de ningún peligro con el cual pueda tropezar el día de hoy,
porque estoy seguro de que no me sucederá nada que no pueda superar
con esfuerzo. Así como toda gema se pule por medio de la fricción,
estoy seguro de que yo seré más valioso a través de las
adversidades de este día y, si se me cierra una puerta, se me abrirá
otra.
No
desperdiciaré ni siquiera un preciado segundo del día de hoy con
sentimientos de cólera, de odio, de celos o de egoísmo. Sé que
las semillas que siembro son las que cosecharé, porque cada acción,
buena o mala, siempre va seguida de una reacción igual. El día de
hoy solo sembraré las buenas semillas.
Trataré
el día de hoy como si fuese un inapreciable violín. Una persona
puede sacarle notas armoniosas, y otra notas discordantes, por lo
que nadie puede culpar al instrumento. La vida es la misma: si la
toco correctamente, producirá belleza, pero si la toco con
ignorancia, producirá fealdad.
Trabajaré
con el conocimiento de que nunca se ha logrado nada grande sin
entusiasmo. Para hacer cualquier cosa digna de hacerse, no debo
retroceder tembloroso, pensando en el frio y en el peligro, sino
saltar al frente con entusiasmo y salir adelante tan bien como me
sea posible.
Me
enfrentaré al mundo con las metas que me he fijado para el día de
hoy, pero serán metas fáciles de alcanzar, no esa variedad tan
vaga e imposible que declaran todos aquellos que han hecho una
carrera del fracaso.
Jamás
ocultaré mis talentos. Si guardo silencio, seré olvidado; si no
avanzo, retrocederé. Si el día de hoy me aparto de mi desafío, mi
propia estimación quedará lastimada para siempre y, si dejo de
crecer, aun cuando sea un poco, me empequeñeceré. Rechazo la
posición estacionaria porque siempre es el principio del fin.
Conservaré
una sonrisa en mi rostro y en mi corazón, incluso si algo me duele
el día de hoy. Sé que el mundo es un espejo y que me devuelve el
reflejo de mi propia alma. Ahora ya he comprendido el secreto de
corregir la actitud de los demás, y es corregir mi propia actitud.
El
día de hoy me alejaré de cualquier tentación que pudiese
obligarme a faltar a mi palabra o a perder el respeto hacia mí
mismo. Estoy seguro de que lo único que poseo más valioso que mi
vida es mi honor.
Haré
una pausa siempre que el día de hoy sienta lástima de mi mismo, y
recordaré que es el único día que tengo y que debo aprovecharlo
al máximo.
Tal
vez no logre reconocer lo que mi parte pueda significar en el gran
todo, pero estoy aquí para jugarla, y ahora es el momento de
hacerlo.
Recordaré
que todos aquellos que tienen menos cosas de que arrepentirse, son
aquellos que aceptan cada momento tal y como se presenta y por todo
lo que vale.
Contaré
este día como una vida separada. ¡Éste es mi día!: éstas son
mis semillas.
Todo
es posible
Si
alguna vez ha habido un tiempo y un lugar para el atrevimiento, para
marcar la diferencia, para embarcarse en algo que vale la pena, ése
momento es ahora.
No
necesariamente por una gran causa, sino por algo que tira de ti, que
tiene que ver con tus aspiraciones y con tus sueños.
Porque
te lo debes a ti mismo, porque vale la pena: diviértete, ahonda en
ti mismo. Y encuéntralo. Sueña. Sueña a tope.
Y
no olvides que, aunque valga la pena, las cosas no suelen ser fáciles.
Hay días buenos, y también los hay malos, momentos en los que te
gustaría darte la vuelta y empaquetarlo todo... Y otra vez será.
Pero
no te engañes: esos momentos te están diciendo que te esfuerces y
que lo intentes, porque no te asusta aprender intentándolo.
Persiste: porque con una idea, determinación y las herramientas
apropiadas puedes hacer grandes cosas. Deja que tu conciencia, tu
inteligencia y tu corazón te guíen.
Y
confía. Confía en el increíble poder de la mente humana para
hacer cosas excepcionales, para trabajar duro, para reír y soñar.
Todo es posible... si te empeñas en dar lo mejor de ti mismo.
El miedo (MÓNICA
BARBAGALLO)
Nada
causa tanto sufrimiento como el miedo a sufrir. Evita, entonces, el
miedo innecesario.
Por
miedo a sufrir soledad, sufres la tortura de una mala compañía.
Por
miedo a sufrir el final de una relación, sufres durante
años el infierno de una mala pareja.
Por
miedo a sufrir las responsabilidades del adulto, sufres de
por vida el actuar como un niño inválido.
Por
miedo a sufrir a causa de tus errores, sufres las consecuencias de
no comprometerte ni jugártela nunca.
Por
miedo a sufrir el rechazo de los otros, sufres en tu soledad
y tu aislamiento sin salir nunca hacia el encuentro.
Por
miedo a sufrir a que alguien no te quiera, te conviertes en posesivo
y lo único que consigues es que todos te huyan y te quedes solo.
Por
miedo a fracasar en tus proyectos, sufres el terrible fracaso de no
emprender ninguno.
Por
miedo a que tu hijo dé un mal paso, lo conviertes en un inmaduro y
un sobreprotegido, incapaz de dar un paso
por su cuenta.
Hay
un temor al sufrimiento que es sano, porque funciona como una señal
de alarma que suena a tiempo para que evites el dolor innecesario;
pero hay un temor al sufrimiento que es enfermizo, porque es como
una alarma que suena todo el tiempo, que te impide vivir y te causa
sufrimientos que podrías evitar.
Evita,
entonces, el miedo innecesario.
Las
renuncias
A
partir de este momento, y de ahora en adelante, he decidido
finalmente renunciar a todo aquello que de una manera u otra me ha
impedido ser mejor de lo que puedo ser y de llegar más allá a
donde debo llegar, hasta la plenitud de mi ser.
Por
eso renuncio a...
La
soledad y la tristeza.
Mis
temores y limitaciones.
Los
malos recuerdos y a lo que no pudo ser.
Mi
egoísmo y falta de generosidad.
La
manipulación y el autoengaño.
El
rencor y la falta de perdón.
Mi
malhumor y la amargura de mi ser.
El
fracaso y la derrota.
Mi
apatía y desidia.
La
vanidad y la miseria.
Mi
indolencia y altivez.
La
envidia, la codicia y el chisme.
Mi
falsedad e hipocresía.
La
deslealtad y la falta de amor propio.
A
seguir esperando que las personas y cosas cambien.
El
perdón
Perdonar
es reconocer que también tú necesitas ser perdonado, que en este
mundo nadie está libre de errores.
Perdonar
es recordar únicamente lo positivo de la otra persona, saber que no
hay gente mala, sino personas que se equivocan.
Perdonar
es comprender que el rencor sólo a ti te daña, que nadie está en
este mundo para satisfacer tus deseos.
Perdonar
a los demás es perdonarte a ti mismo por haberte dejado herir, por
haber llamado a la ofensa.
Perdonar
es reconocer que el otro no desea tu mal, sino que la otra persona,
como tú, busca lo suyo.
Perdonar
es soltar la cadena que te une al pasado, liberarte de una carga, ir
más ligero por la vida.
Perdonar
es una expresión de amor.
Perdonar
es aceptar lo que pasó. No significa que estés de acuerdo con
lo que pasó, ni que lo apruebes, ni que lo vas a olvidar.
Perdonar
no significa dejar de darle importancia a lo que sucedió, ni darle
la razón a alguien que te lastimó. Simplemente significa dejar de
lado aquellos pensamientos negativos que aparecen acerca de alguien
o algo que nos causó dolor.
La
falta de perdón te ata a las personas desde la bronca. Te tiene
encadenado. La falta de perdón es lejos el veneno más
destructivo para el espíritu ya que neutraliza los recursos
emocionales que tienes.
Perdonar
es un proceso. Perdonamos poco a poco, mientras seguimos
adelante con nuestras vidas. A cada paso que avanzamos en el
camino del perdón, nos sentimos más libres.
El
perdón es una declaración que puedes y debes renovar a diario.
Muchas veces la persona más importante a la que tienes que perdonar
es a ti mismo por todas las cosas que no fueron de la manera
pensabas.
Vale
la pena
Vale
la pena cada espina, cada rosa, cada lágrima que riega lo que
florecerá en sonrisa, porque la vida es maravillosa por ella misma:
no importan las penas, no importa el desamor, porque pasa... todo
pasa y el sol vuelve a brillar.
Hay
momentos que sentimos que todo está mal, que nuestras vidas se
hunden en un abismo tan profundo que no se alcanza a ver ni un pequeño
resquicio por el que pase la luz. En esos momentos debemos tomar
todo nuestro amor, nuestro coraje, nuestros sentimientos,
nuestra fuerza y luchar por salir adelante.
Muchas
veces nos hemos preguntado si vale la pena entusiasmarnos de nuevo,
y sólo puedo contestar una cosa: ¡Hagamos que nuestra vida valga
la pena!
Vale
la pena sufrir, porque he aprendido a amar con todo el corazón.
Vale
la pena agachar la cabeza y bajar las manos, porque al levantarlas
seré más fuerte de corazón.
Vale
la pena una lágrima, porque es el filtro de mis sentimientos: a
través de ella me reconozco frágil y me muestro tal cual soy.
Vale
la pena cometer errores, porque me da mayor experiencia y
objetividad.
Vale
la pena volver a levantar la cabeza, porque una sola mirada puede
llenar ese espacio vacío.
Vale
la pena volver a sonreír, porque eso demuestra que he aprendido
algo más.
Vale
la pena acordarme de todas las cosas malas que me han pasado, porque
ellas forjaron lo que soy el día de hoy.
Vale
la pena voltear hacia atrás, porque así sé que he dejado huellas
en los demás.
Vale
la pena vivir, porque cada minuto que pasa es una oportunidad de
volver a empezar.
Todo
esto son sólo palabras, letras entrelazadas con el único fin de
dar una idea. Lo demás, depende de cada uno de nosotros. Dejemos
que nuestras acciones hablen por nosotros.
¡Hagamos
que nuestra vida valga la pena! ¡Seamos Felices!
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